Reportajes olvidados.
"REPORTAJES EN
EL PASADO.
Décimas
camperas a lo largo de la ruta
Por Elisa Ulloa de Porrúa - 1990
Para
La Nación
Miguel Verna y su pasión por los versos y los caballos.
La primera infancia a pleno campo, en una
estancia azuleña, donde trabajaba su padre, seguida de bastantes años alejado
de lo campesino, confirió a Miguel Verna una característica muy especial en la
cual se mezclan armoniosamente rasgos de hombre urbano con otros de
auténticamente gaucho. La
Nación eligió los segundos, reflejados tanto en su pasado
como en su hoy…
- “Desde muy chico, mi padre me hizo galopar; sujeto mi caballo
a la asidera de su recado. Así apenas superados los doce años me supe
responsable de una pequeña tropilla en la que convivían varios potrillos con
vocación de ariscos y algún manso.”
Arreándolos por caminos vecinales y por alguna ruta con poco
tránsito se sentía dueño de la llanura.
- “Era más que feliz”. Recuerda.
Miguel Verna recuerda distintas etapas de su
vida, más lejanas o más cercanas, según las circunstancias.
Hoy sabe que lo alertaron sobre la necesidad
de acercarse a los símbolos por excelencia que lo vienen acompañando desde y
para siempre: el caballo y las décimas. Con tono bajo y cargado de emoción
evoca a “Fortín”:
- “No fue mi primer caballo, pero sí el factor que ayudó a
emerger mi amor por lo gauchesco. Era un rosillo, más o menos manso de abajo,
porque agrega Verna, ya conocía el palenque”.
Recordando los galopes de su niñez, agrega:
- “Lo domé atado a
la asidera del recado de mi amigo Oscar Benítez, que hacía de padrino…”. “Creo
que fue el pingo perfecto; es más: siento que significó mi afirmación en la
huella del gauchismo”.
“Así, casi sin darme cuenta, seguí avanzando por ese camino sin
comienzo ni final que suele marcarnos el sentir campero. Pese a que mi trabajo
en la Dirección Nacional
de Vialidad no tenía demasiada vinculación con la vida gaucha, el permanente
recorrer rutas me permitió conocer muchos lugares y bastantes gauchos”.
De esa época conserva un bayo amarillo ruano,
“El Regalito”, que "sigue siendo
el caballo de mi monta. Se mantiene
brioso y voluntario pese a sus muchos años”.
Sones camperos
-“Hace más de cuarenta años que las décimas andan junto a mí, no
solo cuando recorro esa llanura interminable de sudeste bonaerense, a veces
montado a El Regalito pero también en auto o camioneta”.
Miguel Verna confiesa que no pretende ser
experto en versificación y mucho menos poeta:
- “Simplemente digo y escribo décimas acompañando los hechos de
la vida.”
Mezquina hablar del tema, a tal punto que
muchos, entre quienes lo tratan cotidianamente, ignoran que es reconocido como
poeta gauchesco en ese ámbito especial del gauchismo del sudeste bonaerense.
Dos libros, “Recuerdos a la asidera” (1976) y “Al mismo tranco” (1987) dan
testimonio de sus cantos; también lo dan gran cantidad de temas musicalizados
por distintos folkloristas, especialmente por Aldo Fagoaga, cantor maipuense,
que suele llevarlos más allá del pago chico, cuya frontera no por virtual es
menos definida.
La voz de Verna se prolonga en la tarde,
reflexionando sobre la llanura como tierra del gaucho; habla también con gran
solvencia de la décima, en cuyo estudio se ha detenido largamente."
El Amigo ha creído oportuno rescatar este
reportaje efectuado, en un medio tan prestigioso como el diario La Nación , a un personaje
nuestro que le supo escribir a todo lo que tiene que ver con nuestras
tradiciones y tan bien supo expresar, por medio de sus versos, todo el sentir
de lo autóctono. Para que los que lo conocen puedan profundizar el sentir de
este poeta y para aquellos que aún no lo han hecho sirva este relato para
informarse y conocer el pensamiento de este, uno de los grandes poetas
gauchescos con que cuenta Maipú.
(Investigación
efectuada por El Amigo)
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