EN BUSCA
DE AMIGOS
Por Martina Odescalchi.
Cuento.
La mañana está soleada y Jerónimo espera
visitas. Mira hacia los costados, y nada. Mira hacia delante, hacia atrás, y
nadie viene. Ningún niño. Ni ese pequeñito de siempre, el que ríe tanto y está
acompañado todos los días por su mamá, que lo vigila de tanto en tanto
levantando la vista de sus revistas de moda; ni la niñita de cabello renegrido
y pestañas inmensas que juega hasta el cansancio, y grita mucho.
Es sábado, y sin embargo parece que todos los
niños del pueblo han desaparecido.
Jerónimo se siente triste. ¿Acaso los niños
prefieren estar en su casa mirando la televisión, o se han hecho de otros
amigos, o lo olvidaron?. El que se había peinado, se había lavado la cara, las
orejas, las uñas...y hasta se había perfumado para jugar con sus amigos...ahora
está llorando con lágrimas de esas que corren insistentes formando un tren de
agua.
Toda la plaza está desierta.
El sol de la siesta se prepara para ocupar el
cielo y desplazar al sol potente del mediodía. El pasamanos parece aún más alto
bajo la claridad del mediodía. Las hamacas, inmóviles, el subibaja aburrido y
la calesita extraña el mareo que le ocasionan por la tarde los pequeños y por las noches los muchachos aburridos.
Ningún niño se acerca.
Jerónimo mira la hora, impaciente, y llora
con un llanto rabioso. Los ojitos muestran tristeza, y abandono. Pero es
sábado, y él no quiere estar solo...
Entonces seca sus lágrimas de colores,
desclava sus patas y sus manos de cemento de la tierra, endereza su columna de
escalones, levanta su larga trompa del arenero, y se dirige a buscar a los
pequeñitos para invitarlos a jugar...
Martina Odescalchi. Maipú